El Campus Creativo UNAB te invita a la segunda versión de Diálogos Digitales Eléctrico Ardor. 

Inmersos en una época asediada por la veloz circulación y avasallador volumen de imágenes digitales, los trabajos de Felipe Rivas San Martín reunidos en esta muestra indagan sobre las tensas relaciones entre imagen e identidad, imagen y memoria, imagen e ideología, invitándonos a reflexionar acerca de la espectral visualidad digital y sus dispositivos, lenguajes, afectos y paradojas.

A través de la pintura al óleo, y con el uso de signos como el Tag, código QR y de la herramienta Deep Dream de Google, el artista se apropia de fotografías e interfaces digitales para examinar las nuevas condiciones de producción, circulación y consumo de imágenes fotográficas que las actuales tecnologías visuales basadas en dispositivos conectados en línea han ido reconfigurando. El uso insistente y dislocado que Rivas San Martin hace de tales signos y aplicaciones ofrece una interrupción crítica a la normalización con que estos sistemas se instalan en nuestro mirar cotidiano, gatillando nuevas narrativas contra-hegemónicas que intentan alterar o desplazar la manera en que vemos y leemos las imágenes.

En la instalación Archivo Tecnobarroco aborda los mecanismos de vigilancia del que somos víctimas y cómplices al favorecer el entrenamiento algorítmico que nuestra compulsiva producción y necesidad de exhibición de imágenes ha permitido. Al mismo tiempo, al devolver a nuestra atención los rostros de personajes señalizados por el recuadro de reconocimiento facial, intenta abrir nuevas interrogantes en torno al valor que los íconos de la historia, de la cultura pop o de la moda han ido cobrando en el inconsciente colectivo modulado por estas nuevas tecnologías de domesticación visual, que en su aparente inocencia parecen neutralizar o despolitizar lo que antes fueran símbolos de una época.

En las obras de la serie Pinturas de Interfaz Rivas San Martín desactiva las expectativas que los “nuevos medios” garantizaban como promesa utópica en el momento de su irrupción. A través del óleo, acrílico, lápices de colores y papeles lustre, la esperanza de interactividad queda anulada por los viejos medios -la pintura, el collage, el dibujo- generando otra vez una trampa ilusionista; esta vez no sólo para el ojo, sino también para el dedo. El  “click” o el “touch” se vuelven inútiles, insinuando que la promesa de participación que Internet anunciaba -la mayor parte del tiempo- no era más que un espejismo y brillante anzuelo.

Asimismo, con la utilización de códigos QR activa fotografías de archivo de una historia local conocida -las dictaduras cívico-militares de América del sur- para comentar ácidamente el espesor ideológico con que esas imágenes se han inscrito en nuestra memoria, y que hoy se deslizan parpadeantes en nuestras pantallas, mientras la Inteligencia Artificial con que Google adiestra su ojo panóptico parece proyectar el onírico y paisaje neoliberalizado, ominoso y seductor a la vez,  que impugna a nuestras pupilas y conciencias con eléctrico ardor.

Valentina Montero

Curadora